La adopción y la escuela
Cuando se adopta un niño, y en adopción internacional la edad de los niños promedio es de 2 años, la escuela y la educación académica enseguida cobran fundamental importancia, y se cree erróneamente que es lo que hay que priorizar, se pretende que el niño se adapte a su círculo social, que el niño/a esté normalizado y actúe como cualquier otro niño de su edad y “cuanto más pronto mejor”.
Pero no se debería tener prisa para comenzar la escuela ya que sin un buen vínculo afectivo va a ser difícil que se logre un aprendizaje. El primer y más importante aprendizaje será que tiene una familia y qué implica esto, que tiene un padre y/o madre, que hay vínculos y que serán estables y duraderos.
Para poder aprender, rendir, atender, vincularse y socializar con otros niños, la vinculación con su familia adoptiva tiene que estar consolidada, esa relación es la base para que, a partir de allí al sentirse tranquilo, valorado, querido y atendido, pueda entonces él atender, valorar y sentir curiosidad por nuevos conocimientos, pero esto no puede darse si el niño está todavía en proceso de adaptación, si todavía no comprende totalmente el nuevo idioma, si todavía no tiene adquirida mínimamente una rutina que le ayuda de a poco a reconocer a sus cuidadores como sus padres y logrando a partir de estos cuidados y esta relación, que se da en ese día a día, con tiempo, un apego seguro.
No hay que olvidar que mientras estos cambios está sucediendo y se está adaptando a la nueva situación familiar se están produciendo también los duelos por lo conocido, bueno o no, pero era lo que él/ella conocía, donde ha pasado sus primeros años de vida y que ya no está, a veces, en la mayoría de los casos de forma repentina y sin que nadie les haya explicado la nueva situación.
Habitualmente el criterio para escolarizar a un niño recién llegado, adoptado, es la edad biológica, sin tener en cuenta si ha estado escolarizado anteriormente, nivel adquirido, modalidades o programas de estudio del país del que proviene.
En los casos en que sea posible se recomienda una valoración que pueda orientarnos en qué clase es conveniente que comience. Una vez que ha comenzado la escolaridad el EAP (Equipo de Atención Psicopedagógico) puede intervenir y hacer su valoración.
No debe preocupar ni frustrar si el niño debe repetir un curso, sobre todo si está en educación infantil. Debemos tener en cuenta que lo más importante es establecer el vínculo afectivo con nuestro hijo/a que será realmente la base sobre la que se asentarán los demás conocimientos y habilidades. Esta base implica tiempo, conocimiento mutuo, adaptación por parte de los padres al niño/a, a sus formas de expresarse, a sus carencias, a sus miedos y necesidades, a su personalidad, y por parte del niño a reconocer a estos, hasta ahora desconocidos, como sus padres, a los horarios y rutinas en ocasiones totalmente nuevas, al cambio de idioma (en la mayoría de casos de adopción internacional), al cambio de alimentación, de clima. Todos estos cambios y aprendizajes llevan tiempo y no es conveniente que se solape con otra adaptación que es la escuela, porque aunque pensemos que necesitan estar con otros niños, esto ya lo han tenido, ahora necesitan de unos padres que se dediquen a ellos el mayor tiempo posible (lo ideal sería el tiempo de baja maternal).
Como lo expresa Assumpció Roqueta Sureda. En su trabajo de investigación: Valoración e intervención psicopedagógica en casos de niños adoptados “La variable tiempo, dedicación diaria de los padres hacia los niños adoptados, es de gran importancia para la adaptación y para poder realizar la reparación de los daños que hayan podido recibir estos niños, también es necesario para ayudar a la realización del vínculo afectivo seguro, necesario para su desarrollo armonioso. He podido comprobar que casos de alumnos con dificultades están relacionados con falta de dedicación de los padres, sobre todo por problemas de horarios, de no poder compaginar demasiado bien el horario laboral y familiar”.
Recomendaciones
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Realizar una valoración de las capacidades reales, no cronológicas, para determinar el curso a realizar.
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Dar a la escuela y especialmente a la maestra la información relevante que permita saber la información previa de su historia y que le permite entender algunas conductas.
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Comenzar con un horario reducido. Que se pueda hacer una entrada progresiva en la escuela, que sea de media hora o una hora al principio y a medida que se adapte se puede ir incrementando el tiempo de estancia hasta llegar al horario correspondiente. Se puede hablar con la escuela (a veces hay que ajustarse a horarios rígidos) para contar con su colaboración. También el EAP puede, y debe, contribuir a valorar este aspecto si la familia lo considera necesario.
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Entender que necesitará tiempo para coger la rutina, hábitos de trabajo en el aula, en casa, hábitos de estudio, de deberes.
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No sobre-exigir, tener en cuenta sus capacidades. Dar la oportunidad al tiempo y a la paciencia.
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No comparar con los niños de su edad o compañeros, ya que él necesitará seguramente más tiempo, recordar en todo momento su historia, su adaptación al seno familiar que es algo por los que los otros niños no han pasado, y teniendo en cuenta que son especialmente situaciones dolorosas, duelos, por el abandono, por los padres perdidos, y en algunos casos de separación de hermanos.
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Recordar que los cambios les afectan especialmente, por tanto un cambio de maestra (por baja de enfermedad, etc), que en otros niños no generan mayores problemas, en ellos pueden generar gran angustia, o bien porque lo viven como otro abandono, o porque moviliza algún aspecto de su particular historia.
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Explicarles, aunque parezca redundante, que vendrán a la salida a buscarlos, que estarán solo unas horas, que volverán a casa, hasta asegurarnos que ya han asumido la rutina, que están tranquilos y seguros, que sientan que pertenecen a la familia, que son parte de una familia, sin temor a ser abandonados en la escuela.
Ivon Oviedo
Psicóloga
Col nº22818